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Estamos poco o mal informados sobre alimentación, aunque creamos lo contrario

Entrevistas

 

La alimentación es, sin duda, uno de los pilares más importantes de nuestra salud. La mayoría de nosotros creemos lleva una alimentación saludable, ¿pero es realmente así?

Los últimos estudios indican que “el 67% de los jóvenes vascos entre 13 y 18 años no come verduras ni hortalizas y el 31% tampoco frutas”. 

Entrevistamos a Amaia Perales, dietista-nutricionista colaboradora en diversos proyectos de investigación en Biodonostia y la UPV. Actualmente también participa en el proyecto europeo Pre-Start de prevención de diabetes tipo 2 en adolescentes con exceso de peso.

 

 

¿Qué importancia tiene lo que comemos sobre nuestra salud?

Mucha, sin duda. Los estudios sobre el perfil alimentario de la población constatan un empeoramiento del modelo alimentario con exceso en el consumo de azúcares, grasa saturada y sal, y déficit de vitaminas y minerales, correlacionado paralelamente con el aumento de patologías como sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, hiperlipemias, resistencia insulínica e incluso síndrome metabólico a edades cada vez más tempranas.

En nuestra cultura la comida tiene mucha importancia, pero ¿qué nivel de información tenemos sobre lo que comemos? ¿Nos preocupamos por estar informados?

Curiosamente la mayoría de las personas cree saber la teoría, aunque no lo lleve diariamente a la práctica. Muchas personas aseguran que alimentarse correctamente es únicamente algo de sentido común. Sin embargo, desafortunadamente, el sentido común sigue irremediablemente siendo el menos común de los sentidos. Y cada uno tiene su propia teoría, muchas veces incorrecta.

El gran problema es que las fuentes de información nutricional que llegan a la población son la publicidad que lanza la industria alimentaria, la prensa no científica, las dietas milagrosas, el boca a boca...y esto hace que estemos realmente poco o mal informados, aunque creamos lo contrario.

Por ejemplo en el último “Estudio Nutricional y de Hábitos Alimentarios de la Población Española (ENPE 2014-2015)” los conocimientos sobre las recomendaciones diarias de 5 raciones de frutas y verduras diarias solo son conocidas por el 25% de los encuestados. Preocupante, sin duda.

Indudablemente es necesario un aprendizaje para comprender e interiorizar las bases de una dieta saludable.

¿Qué es comer mal?

La alimentación es como la música. Será mejor si se tienen instrumentos y voces de buena calidad, en proporción adecuada, afinados y sonando en la misma armonía; esto es, variedad de alimentos de calidad, cantidades adecuadas de cada tipo y debidamente combinados. Si escuchásemos la “canción alimentaria” de cada uno de nosotros nos asombraríamos de lo desafinada que suena, o las voces o instrumentos que faltan.

Comer mal o de forma no saludable no es únicamente comer demasiado, sino que nuestra dieta carezca de grupos de alimentos básicos fundamentales y en proporción adecuada, cuya recomendación de consumo es diaria (como frutas, verduras y cereales integrales), y en su lugar tomar productos alimenticios de baja calidad nutritiva cuyo consumo debería ser esporádico o nulo (productos procesados, refrescos, dulces, etc).

Y no debemos olvidar que una dieta variada no significa que sea saludable.

 

¿Y qué errores cometemos habitualmente? 

Lo dicen claramente los datos de uno de los últimos estudios, publicado en 2016, que  asegura que “el 67% de los jóvenes vascos entre 13 y 18 años no come verduras ni hortalizas y el 31% tampoco frutas”.

Y es que uno de los errores que cometemos es que damos fruta y purés de verdura a nuestros niños, porque creemos que es imprescindible para su crecimiento, pero después olvidamos los vegetales en nuestra edad adulta. ¿Dejan de ser necesarios? Por supuesto que no, pero ya no apetecen, y se reduce o abandona su consumo.

Por el contrario, hay otro tipo de alimentos que siempre están en nuestras casas, y no deberían tener casi presencia en una dieta saludable. Por ejemplo los embutidos. Si se acaba el chorizo no hace falta anotarlo rápidamente en la lista de la compra de esa semana, no es necesario reponerlo.

O en nuestras cocinas no debería haber un armario de dulces y snacks siempre bien abastecido, y si lo hay debería estar vacío, y rellenarse solo en ocasiones

 

Danos algunas claves para mejorar nuestra alimentación.

La imagen más sencilla para entender el equilibrio alimentario es la imagen del plato saludable. En la que los alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva, son mayoritarios frente a los de origen animal. De hecho más de las tres cuartas partes de nuestro plato diario deberían ser completadas por estos alimentos vegetales. De forma que la mitad del plato sean frutas y verduras; una cuarta parte cereales integrales y la otra cuarta parte alimentos proteicos saludables. Y, sobre todo, limitar, incluso prescindir de todos esos productos alimenticios que muchas personas consumen a diario y que deberían ser tan solo de consumo ocasional: azúcar y dulces, bollería y pastelería, refrescos y zumos comerciales, aperitivos salados, carnes rojas y procesadas, embutidos, quesos grasos, precocinados, grasas sólidas y alcohol.

Imagen descargable en:

http://www.osakidetza.euskadi.eus/contenidos/informacion/descarga_inf_plato_saludable/es_def/adjuntos/04PO_GAZTELANIA_osoaOK.pdf

 

¿Todo lo que se invierte en alimentación hoy, se ahorra en medicación mañana?

Una dieta saludable previene o retrasa la aparición de muchas patologías, y por el contrario la mala alimentación aumenta el riesgo de padecerlas. Situaciones que podrían revertirse en sus estadios iniciales con un tratamiento nutricional adecuado y controlado. Esto es mucho más laborioso para los pacientes, ya que implica cambios en sus hábitos alimentarios y de vida, sin embargo, es una inversión de salud para el presente y el futuro, ya que este esfuerzo va a mejorar su calidad de vida, su salud, y por supuesto contribuirá a retrasar o evitar la toma de diferentes fármacos como hipoglucemiantes, estatinas, antihipertensivos, o hipouricemiantes, entre otros.

 

¿Qué medidas habrían de adoptar en este sentido las Administraciones?

Se precisa mayor educación alimentaria a la población. Considerando que las tasas de sobrepeso y obesidad en Euskadi y en el Estado van aumentando, llegando a ser las más altas de Europa, queda evidenciado que las estrategias de intervención tanto para la prevención como para el tratamiento de la obesidad están fracasando o no son suficientes. Si nos fijamos en las políticas sanitarias de otros países, vemos que el abordaje terapeútico exige de equipos multidisciplinares formados por diferentes profesionales sanitarios como médicos, enfermería, nutricionistas y profesionales de la actividad física. La obesidad no se puede prevenir ni curar con una pastilla, exige cambios drásticos en los hábitos de vida del paciente que van a modificar su alimentación, su actividad, y sobre todo su perspectiva de vida y su salud.

Además se podrían lanzar campañas dirigidas a la ciudadanía con mensajes sencillos y comprensibles sobre hábitos alimentarios saludables que contrarresten toda la desinformación que existe en estos momentos.

O algo facilísimo, que la imagen del plato saludable pueda estar en todos los centros de enseñanza, en los comedores de empresa, en todos los centros de salud y por supuesto en la puerta de todas las neveras.

¿Qué podemos hacer a título personal?

Comer sano no es aburrido. Debemos trabajar por disfrutar cada día de deliciosos platos saludables y equilibrados, elaborados con alimentos frescos, locales y de calidad; dejando esos caprichos culinarios no tan saludables para ocasiones especiales.

Que los padres dejen de obligar a sus hijos a comer alimentos saludables, y pasen a la acción dando ejemplo, cambiando imposición por motivación.

Amaia Perales, dietista y nutricionista e investigadora