Medikuen Ahotsa

La formación médica es cosa de todos

Editoriales

Es unánime el reconocimiento al sistema MIR como una iniciativa absolutamente necesaria cuando se creó. Pero como todo sistema ha requerido y requiere actualizaciones que permitan su optimización.

Pero algo estamos haciendo mal cuando nos permitimos no participar en la formación de los MIR, por ejemplo, en Atención Primaria, especialidad central y básica sobre la que debe girar nuestro sistema. Tenemos que considerar que los tutores son los que tienen que coordinar la formación de los MIR, esfuerzo y responsabilidad en general poco reconocidos por la Administración. Pero los tutores no pueden asumir la formación como únicos docentes.

Para los médicos de plantilla del sistema de salud, especialistas todos ellos, la formación de los MIR es un reto diario. Nos obliga a demostrar nuestra capacidad para hacer desde una buena historia clínica y exploración física cuidadosa, a un correcto diagnóstico diferencial. Debemos hacerlo bien, a diario, con criterio, y transmitiendo conocimiento y experiencia de la forma más organizada posible.

Debemos tener en cuenta que lo que transmitimos al MIR, éste lo está registrando, y son muchas cosas. No solo conocimientos, habilidades y protocolos clínicos, también actitud con los pacientes, colegas, enfermería, etc. que son aspectos que van a impregnar a los casi siempre jóvenes MIR. Incluso por egoísmo, esa buena formación en la que hemos intervenido redundará en beneficio propio cuando los pacientes seamos nosotros o los que nos rodean.

Todo esto implica en líneas generales que debemos hacer las cosas bien, no solo por profesionalidad, sino que también por la responsabilidad docente añadida. La docencia nos da un plus de calidad, además de dedicación y tiempo extras. Y ese plus de calidad es fundamental para nuestro sistema. Estamos obligados a transmitir el buen quehacer profesional.

Todas estas reflexiones conducen a una idea: que todos los profesionales de la medicina nos obligamos con la formación de los demás a hacerlo mejor, en una ida y vuelta positivas para el enseñante y el que se está formando. Y el paso siguiente es contagiar “curiosidad” y promover la investigación en todos los ámbitos sanitarios; es otro añadido capaz de ilusionar y de mejorar la calidad de nuestra asistencia.

Podemos concluir que el beneficio en la formación médica es mutuo, ambas partes ganamos. Esta opción, por la que muchos médicos podemos participar en el proceso formativo, pocas profesiones pueden disfrutarla. Esta integración y el convencimiento del valor enorme de la investigación, deben sostener y mejorar nuestros estándares asistenciales hacia posiciones óptimas.  

Manuel García Bengoechea, presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa

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