Cuento ganador 2017: El Día De Navidad, por Teresa Fernández de Angulo Barrera
Más allá de la medicinaEl Día De Navidad
Autora: Teresa Fernández de Angulo Barrera, de Donostia.
“Venga Marcelo despierta, que hoy es un día especial para todo ser humano” se dijo así mismo.
Marcelo era un petirrojo, pequeño y delicado. Era tan suave como un pompón, te daba gusto acariciarlo. Era un pajarito pequeñito. Aunque tuviese los ojos como lentejitas, resaltaban muchísimo porque eran de un azul muy clarito. No era un petirrojo normal, él era diferente a los demás. Dormía 364 días y 24h estaba despierto. Esas 24h transcurrían durante un día especial para todo el mundo, el día de Navidad. Y es que Marcelo no se alimentaba de gusanos como los demás petirrojos, sino de la alegría que recibía ese día de los seres humanos. Para ello necesitaba dormir 364 días, para poder tener energía suficiente para recorrer todo el mundo y recoger toda esa felicidad. Pero él no sólo la recogía sino que después también la repartía por donde pasaba. Llevaba haciendo esto desde que murió su madre Julia, hace ya 15 años.
Llegó el día 25 de diciembre a las 00:00, era hora de comenzar con su gran tarea. Sabía que este año iba a ser un año duro, porque ya empezaba a sentirse cansado y mayor. Sin embargo, aun teniendo esa dificultad iba a seguir adelante e intentaría recorrer el mundo entero como había hecho hasta entonces. Este año había decidido hacer el reparto de una forma diferente, al no saber si podría completar todo el recorrido con sus pobres alas.
Empezó por el continente africano, al ser los más necesitados. Sabía que era el continente donde la mayor parte de la población carecía de la cobertura de muchas de sus necesidades básicas, por lo que la mayoría estaban tristes o sufrían y solo una minoría vivía feliz sin esas carencias. Marcelo con su vuelo trajo lluvias y con las lluvias llegaron las cosechas y con las cosechas los alimentos. Una vez cumplida su misión quedaron todos felices aun sabiendo que eran pobres y que podían tener seres queridos sufriendo. Para estar contentos solo miraban al regalo que les había llegado del cielo.
Al ir de norte a sur terminó en Sudáfrica, con lo cual de ahí pasó directamente a la Antártida. A pesar de las muchas tormentas la recorrió bastante rápido. Los habitantes de la Antártida se sentían aislados del mundo y de sus familias, por ello no vivían felices, pero Marcelo consiguió abrir el muro de las nubes, que saliera el sol y que los aviones pudieran llegar con cartas que transmitían el cariño de sus familiares lejanos.
De ahí se trasladó a Australia, el lugar donde le pareció que más personas felices vivían. Percibió sus sonrisas y después de recoger energía de ellas, decidió proseguir su camino, ya que le pareció que allí su labor no era necesaria.
Una vez llegó a Asia se dio cuenta de que había mucha población sufriendo y preocupada por la contaminación. Con sus aleteos a su paso por este continente les sacó de la nube gris que invadía su mente, lo que hizo que los asiáticos cambiaran su mentalidad y en vez de estar preocupados empezaran a pensar en una solución de manera positiva.
Su viaje avanzaba y llegó al continente Europeo, donde las personas vivían agobiadas y estresadas. Todo se debía principalmente a la cantidad de trabajo que tenían y a que muchas veces se preocupaban por cosas superficiales, cosas que realmente no eran necesarias ni importantes. A Marcelo no le quedó más remedio que esparcir polvos mágicos de felicidad que hicieron que los europeos se dieran cuenta de que debían de pensar en qué era realmente importante y disfrutar de sus seres queridos.
Quedaba la última etapa, América. Para ello tocaba cruzar el Océano Atlántico y empezaba a sentirse demasiado cansado. Apenas notaba sus alas y empezó a jadear. Pero las ganas de terminar su tarea le animaban a seguir. América era grande, por lo que decidió empezar por el sur, otra de las zonas del mundo donde sobraban las necesidades. Fue fácil transmitirles la felicidad,pues con su canto consiguió que ese día reinara la paz y desaparecieran los problemas políticos y la violencia. Finalmente llegó al norte, donde volvió a recurrir al polvo mágico, pues los problemas eran parecidos a los que sufrían en Europa.
Había hecho un esfuerzo más que enorme para recorrer cada metro que hay en el mundo, y ahora tocaba descansar. Al finalizar el día, sabía que mucha gente había notado su vejez y se durmió preocupado, porque no sabía como iba a recorrer el mundo el año siguiente. Le haría falta ayuda, porque aparte de necesitar recorrer todo el mundo, tenía que encontrar un pajarito, para que el día que falleciera alguien pudiese heredar su puesto y seguir con su misión. Quedaban 5 metros para llegar a su dulce hogar y fue en ese momento en el que notó que había algo nuevo. Algo brillaba en la puerta de su hogar. Al principio pensó que era un sueño, pero cuando se acercó vio que había una carta. En el sobre, con letras de oro decía: “Para Marcelo”. Nervioso, abrió el sobre y comenzó a leerla.
“Querido Marcelo:
Como podrás ver te hemos dejado un regalo, no es un sueño, es realidad. Todo esto ha sido por la alegría que nos has trasmitido todos estos años y por eso te lo queríamos compensar de esta manera. Y sí, el huevo que tienes a tu izquierda va a ser tu nuevo heredero.
Muchas Gracias por habernos cuidado.
Un saludo:
Los humanos”
Marcelo sonrió. Se acurrucó en un rincón con su huevo y le dio calor. Y así se durmió hasta el año siguiente, en el que el pequeño pollito le relevaría en su labor.