Resistencias a antimicrobianos: un problema de todos
Tribuna AbiertaEl ECDC (Centro Europeo de Control de Enfermedades), estimaba en 2009 que en Europa hubo 25.000 personas que fallecieron por infecciones multiresistentes.
El descubrimiento y la generalización del uso de los antibióticos** han supuesto, un antes y un después en la historia de la Medicina: no sólo disminuyeron espectacularmente la mortalidad por infecciones bacterianas clásicas (neumonía, fiebre tifoidea, meningitis, tuberculosis,..) sino que, además, han sido esenciales en el progreso médico de las últimas décadas; sin su concurso, los trasplantes, la quimioterapia del cáncer o la cirugía compleja y de implantes hubieran sido una auténtica quimera. Su éxito fue tal que, se atribuye al responsable de sanidad de EEUU haber anunciado, en la década de los 60, que había llegado el momento de cerrar los libros de enfermedades infecciosas.
Nada más lejos de la realidad: ya el profesor Fleming en una fecha tan temprana como 1946, en una entrevista en el New York Times pronosticaba que era cuestión de tiempo que el abuso de la penicilina llevara a la aparición de resistencias, que podrían además ser transmitidas a otros pacientes. Sus palabras resultaron mucho más proféticas de lo que probablemente imaginaba y, tras la identificación de las primeras cepas resistentes a penicilina, se han ido describiendo infecciones por microorganismos mutiresistentes cada vez más difíciles de tratar: el ECDC (Centro Europeo de Control de Enfermedades), estimaba en 2009 que en Europa hubo 25.000 personas que fallecieron por infecciones multiresistentes, con un costo de 1.500 millones de euros. Para dibujar lo que se ha denominado “la tormenta perfecta”, se ha añadido en las últimas décadas un claro frenazo en el descubrimiento y comercialización de nuevos antibióticos. Por todo ello, organismos internacionales como la OMS y el Foro Económico Mundial han alertado, en informes recientes, que el mayor riesgo para la salud humana en el mundo es la resistencia de las bacterias a los antibióticos.
¿Por qué sucede?
Para explicarlo, es importante huir de nuestra visión antropocentrista: los microorganismos son mucho más antiguos que el hombre, en cada ser vivo hay 5-10 veces más microorganismos que células, se “reproducen” mucho más rápidamente y, en número total, nos superan a los humanos por un factor de 1022. Por si ello fuera poco, la aparición de resistencia es un fenómeno natural de los microorganismos que además puede transmitirse entre ellos por diferentes mecanismos. La exposición a los antibióticos tiene la potencialidad tanto de inducir la aparición de resistencias como de seleccionar algunas poblaciones ya previamente resistentes; de hecho, los antibióticos son una clase de medicamentos que, entre otras particularidades, tienen la de ser fármacos con “fecha de caducidad”: se da la paradoja de que cuanto más se use un antibiótico más se acorta su vida efectiva.
Por tanto, la existencia de resistencia a los antimicrobianos no deja de ser algo natural y esperable y, como mucho, podemos aspirar a enlentecer su aparición. Reconociendo este hecho, los principales amplificadores del fenómeno de las resistencias son el uso de antimicrobianos (tanto en salud humana como animal, incluido cuando se utilizan como estimuladores del crecimiento de los animales) y la transmisión de microorganismos resistentes tanto entre personas, entre animales, entre animales y personas, y desde el medio (no olvidemos que el 90% de los antibióticos utilizados en animales se eliminan por orina y heces, contaminando el suelo y todos sus componentes –agua, vegetales,..), con un impacto muy importante sobre el microbioma ambiental.
¿Por qué nos afecta a todos?
Además de lo ya apuntado, los antimicrobianos tienen otra característica esencial: son prescritos por todos (o la mayoría de) los médicos asistenciales, independientemente de su nivel de formación y especialidad y, muchos estudios que han analizado su utilización, están de acuerdo que la misma es inadecuada en más del 50% de los casos.
Por otra parte, los antimicrobianos son unos medicamentos que tienen la particularidad de actuar sobre el paciente, pero además sobre su entorno (implicación ecológica capital). Además, aunque el hospital es un lugar clave en la aparición de resistencias, porque se concentran pacientes vulnerables sometidos a procedimientos invasivos con una alta tasa de uso de antibióticos, no podemos olvidar que, en sanidad humana, es la atención primaria el lugar de mayor consumo de antibióticos.
¿Qué podemos hacer?
Asumiendo que todos los antimicrobianos tienen, de una forma u otra, fecha de caducidad y que, por tanto, con las medidas que tomemos lo que hacemos es “comprar tiempo” hasta la aparición de otros nuevos, es fundamental hacer todo lo que está en nuestra mano para aumentar la vida efectiva de los antibióticos.
A nivel global, en las tablas se recogen las diferentes medidas que se han propuesto, algunas a corto y otras a medio plazo, tanto por la OMS como por otros expertos. En algunas de ellas y, como médicos asistenciales, podemos poner nuestro granito de arena en el día a día.
¿Cómo? A nivel individual, no tratando las colonizaciones, sino sólo las infecciones; prescribiendo los antibióticos de un espectro lo más específico posible, a las dosis adecuadas y durante un tiempo lo más limitado posible; utilizando estrategias en Atención Primaria, en el caso de las infecciones respiratorias (que con frecuencia son víricas y por tanto no precisan tratamiento antimicrobiano) como la del tratamiento antibiótico diferido en función de la evolución.
A nivel institucional de hospitales y Atención Primaria, promoviendo las guías locales para el uso empírico de antibióticos y los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos como el que ya existe en nuestro Hospital desde enero de 2013, en que, desde una aproximación multidisciplinar que incluye infectólogos, microbiólogos, farmacéuticos, intensivistas, hematólogos, pedíatras, anestesistas,.. se pretende mejorar el resultado del tratamiento de las infecciones en los pacientes de nuestro hospital con el menor costo ecológico posible, a través de un trabajo diario de todos los actores en diferentes subprogramas:
- Tratamiento adecuado de las bacteriemias.
- Revisión de la utilización de carbapenems y otros antibióticos de alto impacto (vancomicina, linezolid, daptomicina, tigeciclina, antifúngicos).
- Revisión de los tratamientos antimicrobianos prolongados.
- Recomendación cuando sea posible de desescalado (reducir espectro antibiótico, sin reducir eficacia), para minimizar el impacto ecológico.
- Pasar de la forma intravenosa a la oral cuando sea posible.
- Plan de formación en el uso de antibióticos y elaboración de guías de uso empírico.
A nivel legislativo, con medidas efectivas del control de la utilización de antimicrobianos en sanidad animal, facilitando la investigación y comercialización de nuevos antimicrobianos en condiciones controladas,.. En este sentido, recientemente la Agencia Española de Medicamento ha redactado el Plan Nacional de Resistencias, un documento muy completo y ambicioso, pero que precisará de financiación adecuada y, sobre todo, de la necesaria permeabilización “de arriba abajo” hacia los actores fundamentales que somos los médicos asistenciales.
Es clave, además, tanto en Atención Primaria como hospitalaria y en todos los estamentos, limitar la transmisión de infecciones entre pacientes a través, fundamentalmente, de una adecuada y continuada higiene de manos (para lo que nunca se insistirá lo suficiente) y de la utilización de las vacunas disponibles.
En resumen, necesitamos hacer todo lo que esté en nuestras manos y en nuestra capacidad de influencia para proteger la efectividad de los antibióticos como un bien precioso, de forma similar a la preocupación que suscita el futuro del clima, del agua o de otros elementos claves en la Humanidad.
Ello necesita de un cambio cultural (o, más bien, de paradigma) profundo en todos los que nos dedicamos a tratar infecciones (que no olvidemos somos la inmensa mayoría de médicos asistenciales en un momento u otro de nuestra actividad). En función de cómo seamos capaces de hacerlo, nos jugamos el futuro del tratamiento de las infecciones en nuestros hospitales y centros de salud.
*José Antonio Iribarren1, Miren Ercilla2, José Mª García-Arenzana3, Izaskun Azkarate4, Miguel Angel Goenaga1, Gonzalo López Arzoz2, Diego Vicente3, Maialen Ibarguren1.
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**Aunque los términos “antibiótico” y “antimicrobiano” no son exactamente lo mismo, se utilizan de forma indistinta en este artículo.
Áreas estratégicas definidas por la OMS
Adaptado del documento “The evolving threat of antimicrobial resistance: Options for action” publicado en 2012.
· Vigilancia y monitorización de las resistencias y del uso de antibióticos
· Uso racional en humanos
· Uso racional en animales
· Control y prevención de la infección
· Innovación
Medidas propuestas para preservar “el milagro” de los antibióticos y enlentecer la aparición de resistencias
Adaptado de Bartlett JG et al, Clin Infect Dis 2013, 56: 1445-50; Spellberg B, et al, N Engl J Med 2013, 368:299-302; Editorial Nature 2014; 509:533; Tillotson G, Lancet Infect Dis 2015;15:758-9)
Acciones que deben ser implementadas lo antes posible (Conjunto de medidas de “choque”):
• Establecer una base de datos de resistencias y uso de antibióticos
• Restringir la utilización en la ganadería
• Prevenir las infecciones nosocomiales a través de la implementación de medidas que han demostrado su utilidad
• Promover de una forma agresiva los programas de optimización de uso de antimicrobianos
• Promover el desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas en Microbiología con especial énfasis en los métodos moleculares en los “point of care”
• Facilitar los patrocinios público/privados para el desarrollo de nuevos antibióticos
Estrategias de futuro (más o menos lejano) a considerar:
• Prevención de la transmisión de infecciones a través de una mejora de las formas de limpieza y desinfección, especialmente en los hospitales.
• Nuevos sistemas de administración de fármacos que eviten la utilización de catéteres y nuevas tecnologías de reparación tisular que eviten los implantes y las prótesis.
• Mejora en la salud y en las diferentes formas de atención que disminuyan la necesidad de ingresos hospitalarios
• Desarrollo de nuevas vacunas.
• Nuevos modelos de financiación de la investigación en antibióticos y de aprobación de los mismos por las agencias reguladoras,
• Información disponible para el público en general de la utilización de antibióticos y situación de resistencias de cada institución.
• Promover la investigación en sistemas de diagnóstico rápido y en utilidad de biomarcadores para guiar el tratamiento antibiótico.
• Nuevas estrategias en el tratamiento de los residuos que eviten la contaminación del suelo por los antibióticos.
• Promover estudios orientados a definir la efectividad de tratamientos de corta duración en las infecciones.
• Investigar y desarrollar nuevas estrategias en el tratamiento de las infecciones, basadas en terapias inmunes y de glóbulos blancos.
• Investigación en antibióticos u otros agentes biológicos que, en lugar de destruir las bacterias, alteren su capacidad de producir inflamación o destrucción de tejidos.
• Desarrollar otras estrategias que actúen sobre dianas del huésped, en lugar de en dianas microbianas, para evitar la selección de resistencias. Por ejemplo: a tr avés de “esconder” los nutrientes necesarios para el microorganismo, probióticos que compitan con el crecimiento bacteriano, moduladores de la inflamación...
Comité de Política Antibiótica del Hospital Universitario Donostia
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medicina