Rocío tiene gonorrea ¿debo decírselo a su marido?
ReportajesRocío tiene cita en mi consulta para recoger los resultados de su último análisis. La conozco, tanto a ella como a su marido Ramón, desde hace tiempo porque son pacientes míos desde que llegué a este ambulatorio. Le comunico el resultado. Tiene gonorrea. Le explico que además de ponerse en tratamiento antibiótico debe tomar precauciones para evitar el contagio, e informar a las personas que podrían estar contagiadas para que también puedan, en su caso, tratarse. Nada más escuchar esto me responde, preocupada, que no se lo puede decir a su marido.
Le explico cuales podrían ser las consecuencias para su pareja en el que caso de que esté contagiado y no se trate, pero ella, si bien asegura que mantendrá relaciones seguras, sigue negándose a decírselo porque asegura que eso podría acabar con su matrimonio.
¿Qué debo hacer? ¿Respeto la decisión de mi paciente de no decirle nada a su marido? o, si ella no lo hace, ¿se lo digo yo para que éste pueda hacerse las pruebas?
Si no digo nada, cumplo con mi deber de confidencialidad, pero no protejo la salud de Ramón. Si lo hago, pierdo la confianza en la relación con mi paciente.
A mi mente acuden varias posibilidades sobre los motivos por los que se puede negar, pero he descubierto a lo largo de los años de profesión que éstos pueden ser muy variados, que me he equivocado en muchas ocasiones y que fácilmente puedo prejuzgar. No quiero que esto último me suceda por lo que decido dedicar el tiempo que sea suficiente a conocer las causas y, de paso, a estrechar la confianza con Rocío con el objetivo último de proteger la salud física y emocional de la pareja.
Es por ello que busco cursos intermedios, caminos que me ayuden a respetar el máximo posible de valores en juego.
Doy a Rocío una nueva cita para dentro de unos días para poder hacer seguimiento. Eso me permitirá volver a plantearle la importancia de que hable con su marido. En muchas ocasiones la negación es un mecanismo de defensa, y es una fase que se supera dando un tiempo prudencial. También podría ofrecerme a ayudarle, si ella así lo desea, a hablar con su marido citándolos a los dos en mi consulta. Además, podría aprovechar esas citas para informar y educar a la paciente en cómo protegerse y cuidar la salud.
Es importante que Rocío se sienta comprendida y respetada, y no juzgada, lo que contribuirá a reforzar la relación de confianza entre médico y paciente.
Eduardo Clavé, Leopoldo Díez, Begoña Simón, miembros del Comité de ética Asistencial del Hospital Universitario Donostia.