¿Qué está pasando en la atención médica?
EditorialesLa base de la calidad asistencial desde el punto de vista del profesional de la medicina se concreta en el encuentro médico-paciente. En dicho encuentro resultan imprescindibles nuestros mejores conocimientos, formación y experiencia, pero también la empatía, la confianza mutua y la continuidad a lo largo del tiempo con nuestros pacientes.
Sin esa continuidad, el paciente se encuentra con diferentes interlocutores para su problema, a veces delicado, lo que supone tener que contarlo de nuevo, con interpretaciones en ocasiones parciales o diferentes, lo que en demasiadas ocasiones genera una pérdida de confianza y búsqueda de otras alternativas. Sin esa continuidad, también el médico se encuentra con que no conoce al paciente, necesita dedicar tiempo extra para informarse y, ante la eventualidad de no volverle a ver, se hace muy difícil involucrarse y asumir las responsabilidades de la misma manera. No es difícil comprobar que esta forma de trabajar genera desconfianza en los pacientes y desmotivación en los médicos.
En el caso de la Atención Primaria (AP) la continuidad forma parte, en teoría, y debería serlo en la práctica, de sus atributos esenciales, junto con la accesibilidad, integralidad y coordinación con los demás profesionales. El paciente que acude al médico de familia no se reduce a un número ni a un código, sino que es una persona que solicita repetidas ayudas a lo largo del tiempo por problemas agudos, crónicos, físicos o psíquicos, desde situaciones familiares y sociales que necesariamente han de ser conocidas tanto en el diagnóstico y tratamiento como en la posible derivación al médico especialista. Por tanto, resulta entendible que los pacientes valoren especialmente contar con SU médico de familia conocido y de confianza con quien compartir sus dolencias y dudas y que los médicos de AP reivindiquen mejores condiciones para poder ejercer realmente la integralidad y la continuidad en su labor asistencial.
La continuidad también es fundamental para una buena relación de los pacientes con los médicos de otras especialidades. Para el enfermo es de gran importancia saber quién le atiende en la consulta o le va a intervenir en quirófano y tener la confianza suficiente para preguntar por las pruebas diagnósticas que le solicitan, por el pronóstico de su enfermedad y si necesita seguir siendo asistido por ese médico especialista, por su médico de AP o por ambos. Y para dicho médico especialista la continuidad conlleva mejor información, mayor compromiso y mejor colaboración y coordinación con el médico de familia y otros especialistas.
¿Por qué, entonces, resulta tan frecuente que los pacientes encuentren a un médico distinto cuando acuden a la consulta? Cabe preguntarse por qué razón se está desvinculando a los especialistas de sus pacientes, ¿por ahorro?, ¿por reducir listas de espera? Pero, sobre todo, debemos preguntarnos: ¿Qué consecuencias conlleva en cuanto al seguimiento de historial y tratamiento? ¿Y en cuanto a la confianza del paciente y el ejercicio mismo de la profesión?
Sin duda alguna, la historia clínica electrónica ha permitido compartir con mucha mayor facilidad que antaño la información relativa al paciente entre diferentes profesionales, posibilitando también que el propio paciente pueda acceder a los resultados de las pruebas diagnósticas antes incluso de verse con el médico que se las ha solicitado. Pero tanto los gestores como los profesionales deberíamos contemplar la pantalla del ordenador como complemento y no como sustitución de la relación directa, confiada y continuada del paciente con los médicos responsables de su asistencia, tanto en AP como en la atención especializada.
De ahí que, aunque para algunos pueda sonar trasnochado, sería importante que no dejáramos de considerar la validez y el significado de expresiones como “mi médico” o “mi paciente”, por lo que suponen de confianza para los pacientes y responsabilidad para los médicos.
Manuel García Bengoechea, presidente COMGI
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