Medikuen Ahotsa

Alexander Porfirievich Borodin: El médico que escribía música los domingos

Más allá de la medicina
Francisco Doña, Médico y experto en Historia de la Medicina

Borodin, el compositor, fue médico, y ejerció como profesor de Química. Alexander Porfirie­vich Borodin nació en San Petersburgo, el 12 de noviembre de 1833. Era hijo ilegítimo del príncipe Luka Stepanovich Gedevanishvili, pero como él y la madre de Borodin no estaban casados, para guardar las apariencias el niño fue registrado como hijo de uno de los sirvientes de su padre, Porfirio Borodin, que le dio su apellido.

Ya de niño, Borodin dio muestras de su gran inteligencia y de estar especialmente dotado para los idiomas y para la música. Muy pronto, también, manifestó su interés por la química. A los 13 años montó un laboratorio en su casa donde fabricaba colorantes para acuarelas. En 1850 ingre­só como alumno en la Academia Médico-Quirúrgica, una institución militar de su ciudad natal. Durante su época de estudiante no dejó de manifestar su especial predilec­ción por la Química (que en aquellos tiempos era materia destacada en las facultades de Medicina) siendo su maes­tro más importante el profesor Nikolai Zinin (1812-1880), uno de los pioneros de la química orgánica, cuya influen­cia sería decisiva en su carrera. Se graduó como médico en 1856, e inmediatamente fue destinado al 2º Hospital Militar, donde ejerció como médico-cirujano. Allí cono­ció a un joven y elegante oficial, de familia noble, llamado Modest Petrovich Mussorgsky (1839-1881), compositor de enorme talento musical, aunque su amistad —que duró hasta la muerte de éste— empezó después.

Se sabe que su experiencia como médico cirujano no le resultó agradable, y no por la naturaleza de su trabajo sino por la brutalidad que utilizaban los jefes y oficiales para imponer disciplina, utilizando el látigo sin justificación posible. Borodin se dedicó a completar su tesis doctoral. La vocación por la Química ya estaba definida y el profe­sor Zinin lo preparaba para que fuera su ayudante en la Academia Médico-Quirúrgica Militar. En 1858 presentó su tesis doctoral Sobre la analogía entre los ácidos arséni­co y fosfórico. Posteriormente, entre los años 1859 y 1862, estuvo en Alemania, Francia e Italia ampliando su forma­ción. Primero en la Universidad de Heidelberg, en los la­boratorios de Kirchoff, Bunsen, Kekulé y Erlenmeyer. Allí le acompañaron otros estudiantes rusos, entre ellos Dmi­tri Mendeléiev (1834-1907), el creador de la famosa ‘Tabla periódica de los elementos’ que tantos tuvimos que me­morizar. Luego continuó sus estudios en París y en Pisa.

Creó una escuela de Medicina para mujeres

En 1861 conoció a una pianista rusa de 29 años, Ekaterina Sergeievna Protopopova, que había llegado a Heidelberg en busca de curación para la tuberculosis que padecía. Para el mejor tratamiento de la enfermedad de Ekaterina, le recomendaron que acudiera a Pisa, donde viajó acom­pañada por su —ya entonces— prometido; el cual, conti­nuó sus estudios en los laboratorios de Luca y Tassinari. Vuelven a San Petersburgo en 1862. Borodin descubrió el aldol casi simultáneamente con Wurtz, estudió los aldehidos aromáticos, el uso del peróxido de hidrógeno (el agua oxigenada) como desinfectante e inventó un mé­todo para la detección de la urea en los análisis de orina. Llegó a publicar 42 artículos científicos. En 1861, asistió al primer Congreso Internacional de Química, celebrado en Karlsruhe (Alemania) y fue uno de los fundadores de la Sociedad Rusa de Química en 1868.

Como parte de su labor docente hay que destacar especial­mente su significativa participación en la creación de una Escuela de Medicina para mujeres. Borodin, en unión de Botkin (el primero en describir la hepatitis A), Sechenov, Roudineff y una aristócrata, Mme. Tarnosky, iniciaron la Escuela como Curso de Obstericia que, en 1872, pasó a ser Escuela de Medicina donde Borodin era, como es natural, el profesor de Química. La Escuela soportó múltiples difi­cultades, sobre todo desde que accedió al trono el zar Ale­jandro III. Borodin consiguió que dejara de depender del Ministerio de la Guerra y pasara al de Educación; pero no pudo impedir que, finalmente, fuese clausurada en 1885.

Fue, precisamente, gracias a su labor como profesor por lo que Borodin conocería a quien sería el mayor difusor de su obra en Europa, el compositor Franz Liszt (1811-1886). Ocurrió en 1877, durante un viaje de Borodin a Weimar, para visitar laboratorios de distintos hospitales. Volvieron a encontrarse en 1881 y 1885, y se cuenta que —en una de esas ocasiones— se desarrolló el siguiente diálogo. “Yo soy un compositor de domingos, señor Lizt” —decía Bo­rodin, refiriéndose a que sólo se dedicaba a componer en su tiempo libre— y el músico húngaro le contestó: “Pero el domingo siempre es un día festivo, señor Borodin”.

Musicalmente, en principio, Borodin fue autodidacta. Sólo a partir de 1862 comenzó a recibir clases de Baláki­rev. Con él, Rimsky-Korsakoff, Mussorgsky, Cui y —por supuesto— Borodin, se formaría el llamado Grupo de los Cinco, cuyo objetivo era crear un arte musical nacional, que tanta fama le ha dado a la música rusa.

Dos años antes de morir, Borodin se contagió de cólera, y quedó muy debilitado. En 1886 se le diagnosticó angina de pecho. El 27 de febrero de 1887, mientras se celebraba un baile de disfraces en la Academia de Medicina, del cual había sido uno de sus principales organizadores, sufrió un infarto de miocardio. Nada pudo hacerse por salvar su vida a pesar de los intensos esfuerzos de muchos médi­cos que se encontraban allí. Está enterrado en el cemen­terio Tikhvin del monasterio Alexander Nevsky, en San Petersburgo, cerca de la tumba de otros grandes músicos y escritores rusos. Sus estudiantes mujeres le dedicaron el párrafo siguiente en el monumento que se le erigió en su tumba: “Al fundador, defensor y guardián de las clases de medicina para mujeres y al amigo de sus alumnos”