Medikuen Ahotsa

Sobre medicina y eutanasia

Editoriales

En pleno debate social sobre la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia que podría aprobarse el próximo mes de marzo, asistimos últimamente a muchos titulares sobre la opinión y el sentir del colectivo sanitario y en concreto del colectivo médico.

La aprobación de esta Ley nos plantea a las y los médicos un nuevo horizonte, donde pueden entrar en conflicto valores como la libertad, la solidaridad, la dignidad y el valor más inestimable: la propia vida. Ese ha sido el gran objetivo de la medicina a lo largo de su historia y el criterio fundamental por el que hemos tomado las decisiones los profesionales médicos: salvaguardar la vida de los pacientes, evitar su muerte.

Sin embargo, la medicina no es una ciencia marginal y los cambios y demandas sociales se acaban trasladando a ella. Hoy en día, por ejemplo, trabajamos respetando la autonomía del paciente, sus creencias, su libertad a decidir sobre los tratamientos que va a recibir… Y tomamos las decisiones junto al paciente, escuchando sus deseos, su proyecto de vida, un paradigma que hace años era impensable.

En el debate sobre la eutanasia hay demasiados conceptos mezclados, contrapuestos erróneamente, y otros muchos que no son puestos encima de la mesa y que sin duda debieran estar, para poder realizar un debate plural y enriquecedor donde a pesar de tener distintas posiciones éticas podamos reflexionar conjuntamente sobre medicina y eutanasia.

En este camino hacia una reflexión enriquecedora, quisiera invitar a todos mis colegas de profesión a consultar el “Informe de posicionamiento ético y valorativo acerca de la posible despenalización y regulación de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido” de la Comisión Sociosanitaria de Comités de Ética de Euskadi, un documento brillante donde se plantean muchas preguntas que nos hacemos las y los profesionales médicos:

¿Hasta dónde debe llegar la medicina en el alivio del sufrimiento? ¿Existen situaciones en las que las prácticas existentes (los siempre presentes Cuidados Paliativos en este debate) no siempre son suficientes para evitar el sufrimiento intolerable de una persona? Y si existen, ¿debemos de facilitarle el morir a través de eutanasia o suicidio médicamente asistido? ¿Con qué condiciones? ¿En qué circunstancias?

Cada profesional médico, al igual que cada persona, se enfrenta a estas preguntas desde su visión ética particular. Por ello, no considero correcto mostrar un único sentir del colectivo médico ante una Ley que bien sabemos que no hace más que dar un marco legal a casos complejísimos y muy probablemente excepcionales. Conviene recordar, además, que cada paciente y su situación son únicos, con sus particularidades, sus deseos, sus creencias, etc.

Por tanto, no es descabellado pensar que, agotadas las posibilidades de los cuidados paliativos, quizás estemos de acuerdo en ayudar a morir a determinados pacientes en determinadas situaciones y que en cambio tengamos que hacer uso de la objeción de conciencia en otras intervenciones.

Porque no todo es blanco o negro, bien lo sabemos todos los que ejercemos la medicina.

Por Manuel García Bengoechea, presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa