Refugiados saharauis: olvidados conocidos
COOPERACION INTERNACIONALEra marzo de 2019 cuando fui por última vez a los Campamentos de Refugiados Saharauis (CRS) de Tindouf.
Era el 14 de marzo de 2020 la fecha de mi billete para mi siguiente viaje. El día “D” de la implantación del Estado de Alarma en el Estado español.
Ha sido el 20 de octubre de 2022 cuando acabo de regresar de mi último viaje. Según nos dijeron, la del Equipo de Salud de Auserd de Mundubat, era la primera comisión médica que pisábamos los CRS tras el periodo de cierre de la Pandemia.
Tras tres años de ausencia de Comisiones de Salud, era momento de replanificar nuestro proyecto conociendo la nueva realidad, volviendo a pisar la arena. En esta ocasión la arena y las piedras de la Hammada argelina. Era momento de reencuentros.
El resultado no ha podido ser más desolador. En una sociedad que lleva casi 50 años sobreviviendo gracias a la cooperación internacional en todas sus facetas, con graves déficits previos, estos años han pasado factura en una cuestión básica para cualquier sociedad como es la de la salud.
En un lugar donde ya solo vivir es muy duro, nos hemos encontrado una Sanidad Pública mucho más deteriorada, un aumento de la mortalidad y morbilidad percibidas por la población, desabastecimiento de medicamentos básicos, disminución de la canasta básica de alimentación (alimentos que reparte el Programa Mundial de Alimentos –PMA- de la ONU para cada individuo mensualmente), aumento de la desnutrición infantil, empobrecimiento de la dieta en general, inflación desorbitada para adquisición de alimentos frescos, personal sanitario escaso y desmotivado, infraestructuras sanitarias deterioradas … Todo ello ya presente previamente, pero ahora llegando a unos niveles que podemos calificar como catástrofe humanitaria.
Un dato fundamental que mide los sistemas sanitarios públicos de cualquier territorio es el aumento de consultas médicas y farmacias privadas. A pesar de la pobreza de la población, ambas proliferan por todos los CRS. Ya se sabe: “La salud es lo primero”, y en cualquier lugar nos quitaríamos de lo que no tenemos para mantenerla.
Por si fuera poco, todo ello rodeado de la traición definitiva del Gobierno español, una guerra abierta propia como es la que mantiene contra Marruecos desde la violación del alto el fuego (vigente desde 1991) por parte de Marruecos desde noviembre 2020, además de una guerra ajena, como es la de Ucrania, que le perjudica aún más que la propia. Así son las paradojas de un mundo globalizado, más allá de donde estallan las bombas.
Como curiosidad, citar que hemos coincidido en nuestro viaje con la celebración del FiSáhara; Festival de Cine Saharaui, apadrinado por el Festival Internacional de Cine y por el de Derechos Humanos; ambos de Donostia. Un festival en el que la alfombra roja era sustituida por la arena, las estrellas eran de verdad y estaban en el cielo, en los auditorios las puertas y las paredes solo eran la suave brisa de la noche, las entradas y salidas eran libres para las personas, el glamour lo ponían las melhfas, los draâs y los turbantes, las películas alimentaban nuestra solidaridad, y donde los Guillermo Toledos, Itziar Ituños o el dúo Amaral (entre otros) serán unas voces, tristemente, más escuchadas que las nuestras para que la población saharaui, al menos, se sienta acompañada.
Es curioso como uno de los conflictos más conocidos pasa a ser uno de los más olvidados. Ya son 47 años; son demasiados, sobre todo para ellos y ellas. Para nosotros/as y las generaciones que han nacido tras 1975 esta situación forma parte del paisaje, pero no olvidemos que es un paisaje demasiado árido e injusto como para olvidarles allí. Por ello, la medicina y enfermería del Equipo de Salud de Auserd de Mundubat, seguiremos allí, seguiremos con ellos y con ellas.
José Luis Paulín Seijas, Médico del Equipo de Salud de Auserd de Mundubat