Medikuen Ahotsa

Paul Zubillaga

In Memoriam

Cuando hace 5 años, en una entrañable ceremonia en el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, el alcalde de la ciudad le hizo entrega de la medalla al Mérito ciudadano, el profesor Paul Zubillaga, controlando eficazmente sus emociones, aludió a la regla de los tres nuncas (nunca pedirlos, nunca rechazarlos y nunca hacer alarde de ellos), estaba reflejando claramente aspectos de su propia personalidad.

Paul Zubillaga nació en Hernani el 15 de mayo de 1932. Tras cursar bachillerato en Donostia,  inició en 1949 la carrera Medicina en la Universidad de Zaragoza en la que logró la licenciatura seis años después con la calificación de sobresaliente, habiendo sido alumno interno de Pediatría. Por su expediente académico y conocimiento del alemán obtuvo la beca Alexander von Humboldt, muy selectiva, que le brindó la oportunidad de desarrollar su labor en el hospital de Munich durante once meses. Posteriormente, mediante otra beca, realizó una estancia en Bruselas con el Profesor Lust. En 1958 se incorporó como pediatra en Bergara y después como Puericultor del Estado en Pasajes. Es en Bergara donde realiza una impresionante labor aplicando los conocimientos adquiridos e intentando llevar a la práctica una pediatría moderna para la época.

Años después, obtuvo por oposición la plaza de jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Provincial de Gipuzkoa. Durante ese período desarrolló al máximo, no solo su faceta asistencial como pediatra, sino también su enorme capacidad docente. Fue un auténtico maestro para quienes tuvimos el privilegio de ser sus alumnos. Él nos enseñó a dar los primeros pasos en la pediatría y nos guio después en nuestro desarrollo profesional. Un faro que siempre ha iluminado nuestro camino.

En 1985, año en que el Hospital Provincial de Gipuzkoa se incorporó a la red de Osakidetza, el servicio de Pediatría pasó a la Residencia Nuestra Señora de Aránzazu, hoy denominada Hospital Donostia. Fue un momento duro, especialmente doloroso en algunos momentos, pero que Paul Zubillaga superó felizmente gracias a su fortaleza y resiliencia. Gracias a su extraordinaria condición humana, su capacidad de adaptación y su formación se hizo cargo de la sección de Digestivo en el hospital Donostia llegando a ser un miembro destacado de la Sociedad española de Gastroenterología. A lo largo de esos años en el Hospital Donostia desarrolló una labor callada pero relevante. Asociado a otros servicios del propio hospital (Cirugía Infantil) y de otros centros (Digestivo infantil del Hospital Universitario Cruces), publicó con éxito los resultados de su trabajo, en los que imprimió su valía y rigor científicos, y en los que se mostró como pionero en la investigación de la genética asociada a la enfermedad celiaca.

En su trayectoria es de destacar la relación estrecha que mantuvo siempre con pediatras de Atención primaria, más concretamente en el grupo de Medicina Basada en la Evidencia, mostrando a personas que no lo conocían su valor como hombre de ciencia y, sobre todo, su humanismo. En palabras de sus miembros, su participación fue siempre ponderada con el inmenso conocimiento que atesoraba, con la firmeza de quien confía en su saber y con la humildad de quien no quiere dejar de aprender y de compartir su experiencia.

Fue fundador en el primer equipo de la Sociedad Vasco-Navarra de Pediatría en 1966, además de responsable durante unos años del boletín que periódicamente se publicaba.

Un hecho clave y definitorio en su vida fue la dedicación a las personas discapacitadas. Es en la época de Bergara cuando entró en contacto con el movimiento en favor de las personas discapacitadas. Con el apoyo de la Caja de Ahorros Municipal y el impulso de la Asociación guipuzcoana de subnormales se creó el Patronato San Miguel, abriéndose centros en Donosti (Careaga) y en Bergara. Ahí comienza una andadura que transcurre hasta sus últimos días. En Uliazpi, la dedicación a las personas con algún tipo de discapacidad (parálisis cerebral, comportamiento extravagante, retraso madurativo, etc.) ha sido encomiable. Entregado, obsesionado por mejorar la atención a estas personas, nos inculcó una idea básica: siempre es posible hacer algo más por ellos.

Por su compromiso con los pacientes recibió la medalla al mérito ciudadano del Ayuntamiento de San Sebastián en 2017.

Amante de la naturaleza, buen conocedor de los bosques que circundan su villa natal, muy especialmente el entorno de Arano, era un entusiasta de la pesca a mosca. Aún recordamos sus descripciones de los diversos tipos de mosca y alguno de sus lejanos viajes en los que disfrutaba de esta actividad. Esta y otras anécdotas eran motivo de conversación y grato recuerdo en la cita anual que hemos mantenido.

Hace unos años sufrió un episodio que él mismo describió posteriormente en una magnífica adaptación: “un 13 de septiembre el caballero andante Paul, allá por las tierras quebradas de la sierra granadina, quedose falto de aliento…” trance milagrosamente superado, para continuar su vida en el empeño, no sin antes “haber escuchado la “reheprensión” de Angelita, su Dulcinea de Tolosa”.

Para muchas personas (sanitarias y no sanitarias) fue un modelo de persona extraordinario que se hizo merecedor de todo el respeto y consideración, no solo por su inmenso conocimiento como pediatra sino también por su magnífica condición humana.

Algunos de nosotros tuvimos, además, el privilegio de contar con su amistad. 

Por todo lo anterior, y mucho más, nuestro eterno agradecimiento para el que no encontramos palabras que lo expresen en toda su dimensión.

Goian bego, Paul

Javier Korta, Victor Ormaechea

Javier Korta y Victor Ormaechea