Medikuen Ahotsa

Franco Cojo Alonso, médico radiólogo

In Memoriam

El pasado 25 de abril falleció  el Dr. Franco Cojo, médico radiólogo, vinculado profesionalmente  al Instituto Oncológico en toda su vida profesional. También ejerció la radiología en los Ambulatorios de Tolosa y en el de Gros de San Sebastián.  Sirvan estas líneas para expresar mi reconocimiento, gratitud  y afecto a quien me inició  en la especialidad, facilitó mi formación y  tuve como jefe durante varios años. De expresar cómo era el Dr. Cojo, decir que en el campo profesional fue una persona trabajadora y tenaz. Alegre, cercano y siempre animado, en el trato personal. Tenaz  a lo largo de su actividad profesional, esforzándose en adaptarse a las nuevas modalidades diagnósticas por las que ha evolucionado nuestra especialidad.

Terminada la carrera de medicina en la Universidad de Valladolid (1958-1965), vino a San Sebastián esperando ingresar como médico interno en el  Sanatorio Antituberculoso de las Enfermedades del Tórax, hoy Edificio Amara del Hospital Donosti, pero no fue así. Comenzó  como médico interno en el entonces Instituto Radio Quirúrgico. Trabajó en dicha institución orientando su actividad  al radiodiagnóstico, en una época en la que todavía la faceta diagnóstica estaba integrada en los Servicios de Electro Radiología, al igual que la Radioterapia y la Medicina Nuclear.

En 1974 esa  forma de organización  cambió y Franco Cojo pasó a ser  el responsable del  Servicio de Radiodiagnóstico del Instituto Oncológico. Su mayor dedicación fue al diagnóstico de la patología mamaria. Época en los que la práctica totalidad de los estudios por mamografía que se realizaban en Gipuzkoa eran los del Instituto Oncológico. Tomó parte  en la divulgación sobre la necesidad de acudir a las primeras  campañas de diagnóstico precoz del cáncer de mama, que  comenzaron entonces desde el Instituto  Oncológico. Los programas de detección precoz de cáncer de mama en Euskadi, a través de Osakidetza llegarían en 1995.

En su labor asistencial en este campo, desarrolló todas las técnicas  disponibles  que eran habituales  en aquella época: Termografía, Mamografía y Xeromamografía. Se empleaba la xerorradiología  especialmente en la detección de patología en los tejidos blandos, por su mayor resolución de contraste y mejor definición de los márgenes periféricos de las lesiones. La xerorradiografía proporcionaba una mayor  latitud de exposición y resolución de imagen,  junto con un mayor   refuerzo de los bordes, lo que permitía una mejor  delimitación de estructuras con densidad radiológica semejante. En la mama, además mejoraba el campo de la proyección oblicua que se obtenía con el mamógrafo y  una mejor visualización de la prolongación axilar. Las progresivas mejoras en los nuevos equipos de mamografía y el eficaz complemento  de la ecografía pusieron fin a esta técnica, que además daba más dosis de radiación que la mamografía, allá por los años 90. En este tiempo, a muchos años de la digitalización de la imagen y capacidad para  archivarla en ese formato y acceder a las  imágenes para poder comparar los estudios, dado que muchos de ellos  eran para otros centros o consultas, vio la necesidad de disponer, con la colaboración del Servicio de Fotografía, de copias en forma de diapositiva, de todos los estudios que se realizaban.

 Avanzando en la  década de los años setenta comenzaron a implantarse   otras modalidades de  imagen para el diagnóstico hoy rutinarias. Esto iba llegando poco a poco, de hecho la base en el  diagnóstico de extensión de mucha patología neoplásica estaba todavía en aquellos años en las series óseas, gammagrafías y ecografías. Los estudios angiográficos y linfográficos eran escasos. Gran número de dudas de la radiología simple se resolvían con las tomografías lineales, tanto en la patología ósea, como pulmonar así como en la esfera ORL. A este respecto, el Dr. Cojo empleaba también la xerotomografía, realizando unos estudios de laringe, senos paranasales  y  rinofaringe de gran calidad.

Franco Cojo accedió a la jefatura cuando se estaban organizando y centralizando los servicios de radiodiagnóstico, pues todavía muchos estudios los hacían otros especialistas. También las posibilidades de formación y actualización eran menores que ahora, pero a pesar de su sobrecarga en la labor asistencial, se desplazaba a Madrid con asiduidad a los “sábados radiológicos” (sesiones de lectura de casos) que organizaba el Dr. César Sánchez Alvarez-Pedrosa en la sede de la Sociedad de Radiología de la calle Goya.

Trabajador incansable y tenaz. Cercano y alegre. Un buen jefe.

Enrique Bello Larrarte