Educación para la salud y la convivencia
Artículos de colegiadosEl problema de la salud constituye la mayor preocupación de los seres humanos de todos los tiempos, y es un tema recurrente de los medios de comunicación, en los que se habla a menudo de enfermedad y de muerte.

Ocasionalmente, se difunden muy esquemáticamente normas de conducta para prevenir tal o cual enfermedad a modo de normas y consejos, que, sin embargo calan con dificultad en la población, porque en general falta una base formativa previa: la educación para la salud.
Educar para la salud, es crear hábitos saludables desde los primeros años de la vida; porque la salud del adulto se construye desde la infancia.
Estos hábitos saludables se pueden resumir en tres apartados:
1) Alimentación (sana y equilibrada). 2) Prevención del uso de sustancias nocivas (alcohol, drogas, tabaco). 3) Ejercicio físico.
A estos apartados hay que añadir: educación para la convivencia, como factor esencial para el mantenimiento de la salud psíquica.
En lo referente a la alimentación, es necesario inculcar muy precozmente los conocimientos básicos para una alimentación sana y equilibrada. Los escolares deberían conocer a la perfección la composición de la dieta ideal, los distintos principios inmediatos: grasas, proteínas e hidratos de carbono, y en que porcentaje se tienen que distribuir cada día. Estos conocimientos básicos se tienen que iniciar en la familia y completar en la escuela.
Se echa en falta una especie de “MasterChef Junior” televisivo, sobre conocimientos básicos que tengan que ver con la nutrición: cómo elaborar una alimentación sana, y cuales serían los beneficios para la salud con la prevención de patologías, como: hipertensión, obesidad, diabetes, y enfermedades cardiovasculares, causantes de una elevada tasa de mortalidades en el adulto, sin contar el elevado gasto sanitario que el tratamiento de estas enfermedades ocasiona en los países desarrollados.
Estamos hablando de la prevención de un altísimo tanto por ciento de causas de enfermedad y muerte, que justifican la necesidad de insistir en el tema de la educación para la salud; ya que, dado el primer paso: educar a una generación en la adquisición y práctica de hábitos saludables, muy pronto serían palpables los beneficios, al disminuir los factores de riesgo.
Pero además, habríamos conseguido algo muy importante: inculcar en una sociedad tan hedonista y medicalizada como la nuestra, el concepto de medicina preventiva, del autocuidado de la salud. Pero además lograríamos un mejor aprovechamiento de los recursos económicos.
En el apartado del consumo de substancias nocivas, el tema del alcohol requiere una mención especial por la seria repercusión que tiene en la salud física y psíquica de jóvenes y adolescentes. Es muy preocupante contemplar las concentraciones de grupos de jóvenes de ambos sexos, los fines de semana en plazas y parques de las ciudades, cargados con bolsas repletas de bebidas alcohólicas, dispuestos a celebrar la ceremonia del botellón.
Uno de los peligros del alcohol en los jóvenes es la adopción de conductas arriesgadas en la conducción de vehículos a motor. Un 75 % de las muertes por accidente en estas edades lo son por influencia del alcohol, siendo la primera causa de muerte en la edad juvenil.
El alcohol influye en el cerebro, lo hace más lento a la hora de procesar la información, y menos eficiente para detectar los peligros que un conductor se puede encontrar.
El consumo de drogas va en aumento en edades comprendidas entre los 14 y 18 años, sobre todo las derivadas del cannabis (marihuana), que parece gozar de cierta permisividad social. Tres de cada diez menores lo han probado, y en general tienen una baja percepción de sus efectos perniciosos, que sin duda son muy importantes.
Los trastornos de personalidad son frecuentes en adolescentes adictos y afectan a los mecanismos de la memoria, la conducta interpersonal, la respuesta emocional, y el control de los impulsos. Estudios recientes han demostrado que el cannabis, por si solo, es capaz de provocar psicosis en un 8 % de los casos.
Los jóvenes se inician edades muy tempranas en el consumo de tabaco, ignorando los peligros que esta adición tiene a medio y largo plazo, como son, el aumento de las enfermedades cardiorrespiratorias y procesos cancerosos. Ver a un grupo de chicos y chicas que apenas han llegado a la pubertad con un cigarrillo en una mano y una cerveza en la otra es realmente motivo de preocupación
El ejercicio físico es muy necesario en todas las edades. En la Grecia clásica la educación constaba de dos partes, la gymnastike (gimnasia) o formación del cuerpo, y la mousike (música) o formación del alma; a las que pronto vino a añadirse el aprendizaje de la lectura y la escritura. A este sistema educativo se sometió Aristóteles.
Sin embargo, el estilo de vida actual es proclive al sedentarismo, que junto con la sobrealimentación, son las dos causas más importantes en el aumento de las tasas de obesidad.
La consecuencia más seria de la obesidad infantil y juvenil es la elevada incidencia de hipertensión y aumento del colesterol en la edad adulta, que constituyen importantes factores de riesgo para la aparición de enfermedades coronarias.
Educar para la convivencia. Muchos de los problemas cotidianos de la sociedad actual; desde los más simples hasta los más dramáticos, tienen su origen en un defecto educativo; entendiendo este concepto en su sentido más amplio, que incluye el aprendizaje de normas de comportamiento y de adaptación social. Estas normas, se aprenden o se deberían aprender desde la más tierna infancia, y los padres son los primeros responsables de proporcionar a sus hijos una educación adecuada.
El entorno social y familiar del niño es su principal referente en el aprendizaje de normas de conducta, ya que los niños aprenden, sobre todo, por imitación. ¡Cuantos jóvenes y adolescentes con graves alteraciones del comportamiento lo son por haber vivido experiencias traumáticas y haber sido espectadores de conductas reprobables de sus progenitores o allegados!
El papel de la escuela en este aprendizaje es muy importante. La escuela no puede limitarse a impartir conocimientos sobre determinadas materias de las que después hay que examinarse, sin preocuparse de la educación con mayúsculas, inculcando valores como: el respeto, la tolerancia y la solidaridad con los semejantes.
Los frecuentes episodios de violencia escolar, el conocido Bullying, que es una forma de maltrato psicológico verbal o físico, tanto en el aula como través de las Redes sociales, que tiene a veces trágicas consecuencias, no son más que graves y lamentables muestras de un fallo educacional.
Por ello, la escuela tiene que recuperar con urgencia su función esencial: impartir desde edades muy tempranas una educación integral. Un componente importante de la misma, sería la inclusión en los planes escolares de estudio, de un programa de Educación para la salud y la convivencia: claro, ameno e interactivo.
La rentabilidad a corto plazo, en sus aspectos sociales y sanitarios, podría ser del “ciento por uno”.
Dr. Francisco Muñoz. Pediatra
Temas:
salud infantil