Trastornos del neurodesarrollo en la infancia y juventud
Tribuna Abierta(Resumen de la conferencia impartida en el Aula Médica Senior del Colegio, el 26 de enero de 2016)
Dr. Joaquín Fuentes Biggi,
Jefe de Psiquiatría Infantil y Adolescente, Policlínica Gipuzkoa
Consultor de Investigación, Gautena - Asociación de Autismo de Gipuzkoa
Los Trastornos del Neurodesarrollo son alteraciones o retrasos en el desarrollo de funciones vinculadas a la maduración del cerebro, que aparecen en la infancia y se van expresando de manera diferente en las distintas etapas del crecimiento. Estos déficits producen dificultades o limitaciones a nivel personal, social, académico, ocupacional-laboral y/o familiar.
Los sistemas de clasificación utilizados internacionalmente, el sistema actual norteamericano DSM-5 (APA, 2013), define ocho de estos trastornos: discapacidad intelectual, trastorno global del desarrollo, trastornos de la comunicación, trastornos por déficit de atención / hiperactividad, trastornos del espectro del autismo, trastorno específico del aprendizaje, trastornos motores y otros trastornos del desarrollo. En todos ellos hay grados diferentes de intensidad (como un arco de mayor a menor afectación) y los trastornos frecuentemente son comórbidos, esto es, aparecen de manera simultánea en un mismo paciente. Son el perfecto ejemplo de la necesaria multiprofesionalidad requerida en psiquiatría infantil; donde la labor de los médicos tiene que asociarse a la prestada por otros profesionales: de la psicología, logopedia, psicomotricidad, educación, servicios sociales, etc.
Aunque en todos ellos hay un visión personal y familiar que agradece la aportación del psiquiatra o neuropediatra, hay dos en los que nuestra labor es, frente a los demás especialistas, esencial: se trata de los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad - TDAH/H (donde existen una alteración y un retraso en la adquisición de las funciones) y los trastornos del espectro del autismo – TEA (donde existe alteración y limitación de las funciones).
En el primero de ellos, el TDA/H, se conoce que existe un retraso en la maduración de la corteza cerebral de más de dos años y que ello se asocia con un retraso en las funciones ejecutivas; algo que es más evidente a medida que crece el o la paciente y además de la temprana hiperactividad o inquietud van apreciándose una inmadurez para inhibir respuestas (frenar la impulsividad), planificar, auto-chequear, rectificar, utilizar la memoria de trabajo, prestar atención y tener flexibilidad mental y finalmente ser capaz de posponer la gratificación y continuar con el esfuerzo. Estas funciones se asocian con el cortex prefrontal, el cuerpo estriado y la dopamina. Estos trastornos. presentes en al menos el 6% del alumnado en edad de educación primaria, van evolucionando progresivamente hasta que el cerebro finaliza su construcción (alrededor de los 22-24 años), pero lo hacen lentamente. Así, el paciente que presenta este retraso de las funciones ejecutivas en un entorno sofisticado, como es afortunadamente el nuestro, ya que complejidad se asocia a oportunidad, sufre un impacto negativo a lo largo de los años previos. Por eso utilizamos los medicamentos en este problema – tenemos cuatro tipos de ellos y es llamativa la falta de información, cuando no sesgada, que debemos afrontar en el Dr. Google y lamentablemente entre profesionales cercanos también.
Según los últimos datos, de cada cinco casos, tres no reciben terapia medicamentosa y solamente dos la toman de manera regular
No es cierto que estemos “bombardeando” con medicamentos a niños que sufren la voluntad de sus padres o su profesorado de que “no les molesten”, o que estemos inundando el sector –sesgados por una industria farmacéutica corrupta, con estos medicamentos. Los únicos datos que tenemos de su uso en Euskadi, establecieron en el 2010 que el 1.6% de la infancia y juventud recibía estos fármacos; lo que evidenciaría, dada la prevalencia epidemiológica contrastada, que tres de cuatro pacientes no estaban recibiendo terapia medicamentosa. Datos actuales, basados en ventas de todos los productos y de la población del País Vasco, indicarían, siete años después, que el porcentaje ha crecido, como máximo, a un 2.5% de la infancia y juventud, lo que significaría que, de cada cinco casos, tres no reciben terapia medicamentosa y que solamente dos la toman de manera regular. Ello debe hacernos reflexionar: los ambiciosos estudios independientes del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. establecieron ya hace tiempo, que los medicamentos se asociaban con una maduración más normalizada de las zonas cerebrales implicadas; o sea, no damos fármacos “para la escuela” o “para la casa”, sino para el cerebro, aunque su efecto claramente ayuda en esos entornos en un 75% de los casos. Una frecuencia inusual en psiquiatría.
Del autismo conocemos sus problemas básicos: capacidad limitada para la implicación emocional, alteración de la modulación sensorial, limitación para la imitación y el compartir la atención, entender los estados mentales y la comunicación; es decir, todos los ingredientes que hicieron que la especie humana sea una especie social y nos dotaron de unos mecanismos formidables para entendernos y acordar planes y objetivos comunes. Estos sistemas ubicados en el cerebro, que se desarrollan desde antes del embarazo, han sido esenciales para permitir a nuestra especie dominar el mundo. Y el autismo representa un retraso, una anomalía de este desarrollo; de estas funciones que nadie nos enseña y sin las que jamás hubiésemos sobrevivido.
Afortunadamente para las personas con TEA de nuestro entorno, al menos el 1% de la población, les ha correspondido vivir en un lugar generoso y solidario, que les apoya en su plan normalizado de vida, que investiga con tecnología puntera nuevos datos en bebés, que experimenta sensatamente en redes mundiales con nuevos medicamentos, que hace estudios epidemiológicos masivos, y que, sobre todo, trabaja conjuntamente con las autoridades y profesionales para convertir a nuestro Territorio en un ejemplo internacional. Así Gautena, la Asociación Gipuzcoana de Autismo, recibió el año pasado el más alto galardón del Parlamento Europeo para estas iniciativas: uno de los Premios Ciudadano Europeo. Gautena nunca ha sido, ni será, una iniciativa solitaria. Las y los médicos de Gipuzkoa deben de sentirse reconocidos. Aquí la ciencia sí que está enriqueciendo a la sociedad. Y todos hemos contribuido y lo seguiremos haciendo.
Dr. Joaquín Fuentes Biggi, jefe de Psiquiatría Infantil y Adolescente en Policlínica Gipuzkoa
Temas:
salud infantil