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La identidad no se diagnostica

Reportajes

Resumen de la charla con expertos titulada Abordaje de la transexualidad infantil organizada por la Fundación COMGI

Iñaki Eizaguirre, cirujano pediatra y presidente de la Fundación COMGI, fue el encargado de abrir la charla, explicando que el objetivo de la Fundación es la formación de los médicos y médicas y que se sostiene gracias a la aportación de sus patronos: A.M.A., Bankoa y Mutual Médica.

Eizaguirre hizo, además, una mención a los casos a los que se ha enfrentado a lo largo de su carrera, algunos de ellos de asignación de género de recién nacidos por discordancias entre el sexo genético, el sexo gonadal y la anatomía de sus genitales externos e internos: en esos casos, junto a pediatras endocrinólogos, psicólogos y por supuesto sus progenitores, Eizaguirre explicó que debían tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas y que para ello se basan en hechos objetivos, sin tener en cuenta cómo se iba a sentir ese menor, de qué sexo se iba a saber después, puesto que la transexualidad en menores no existía, era algo de adultos”. Recalcó así la importancia de avanzar en el conocimiento de esta realidad y la importancia de la formación de los profesionales sanitarios.

El pediatra Pedro Gorrotxategi fue el encargado de moderar la sesión y quiso subrayar la importancia de las y los médicos en el abordaje de un menor transexual para que tenga la atención que necesita. Recalcó que la puesta al día y la formación son fundamentales para ello y que es una realidad que cada vez “nos encontramos con mayor frecuencia en las consultas”.

Jose Emilio Callejas Pozo, pediatra de Granada, fue el primer experto en intervenir. Callejas hizo un repaso de la legislación vigente en cuanto a derechos humanos y subrayó el Principio Yogyakarta (2007) que indica que “la orientación sexual y la identidad de género de una persona no son en sí mismas condiciones médicas y no deberán ser tratadas, curadas o suprimidas”.

Sin embargo, explicó, “la transexualidad es una variante de la diversidad humana que requiere de algunas actuaciones del ámbito sanitario que le ayuden a la persona a transitar por rutas seguras y eficaces, para conseguir su salud en general, su bienestar psicológico y su realización personal”, indica Callejas. Por ello, el trato que reciba la persona debe estar basado en el respeto a su identidad de género manifestada, haciendo uso, por ejemplo, del nombre deseado, y garantizando siempre un ambiente de privacidad y confidencialidad. En cuanto a qué no hacer, Calleja fue rotundo: no se debe entender la transexualidad como una enfermedad y los profesionales debemos tener claro que “la identidad no se diagnostica”. Tampoco se debe establecer como requisito previo a la terapia hormonal la valoración de la Unidad de Salud Mental: el planteamiento sería que fuera un recurso más, no un requisito para poder actuar.

Callejas explicó, además, que hasta hace muy poco, el modelo tradicional (opuesto, binario, determinista y de roles fijos) hacía que entendiésemos la sexualidad como algo inmutable, asocial, fundamentado en la identificación de un determinado tipo de genitales y que además comienza y termina en el nacimiento. Esos genitales determinarán la forma en la que debemos comportarnos (roles de género), nuestras prácticas sexuales y la orientación sexual correcta. Sin embargo, actualmente la tendencia es avanzar hacia un modelo más holístico, que plantea variantes múltiples en cuanto a comportamientos, vivencias, sentimientos, relaciones…

Admitió que para cualquier médico o médica la llegada del primer caso suele ser una sorpresa y se vive con inquietud ya que el profesional no sabe cómo actuar. Desgraciadamente, los estudios en torno a la atención sanitaria de las personas transexuales a día de hoy se basan en evidencias de baja o muy baja calidad y que son, además, de tipo observacional, por lo que “queda mucho por hacer”, explicó.

Itxaso Rica, endocrinóloga pediátrica de la Unidad Multidisciplinar de Identidad de Género (UIG) del Hospital Universitario de Cruces, tomó la palabra después. Explicó que esta unidad se creó en el 2009 pero que no fue hasta el 2013 cuando se atendió la primera solicitud de asistencia sanitaria de un menor trans, momento en el cual se incorporaron especialistas pediátricos a la Unidad. “Hasta entonces la transexualidad era, para todos nosotros, un tema de adultos”. Desde entonces, dice, los profesionales se han formado constantemente y la atención a los menores ha mejorado muchísimo “a pesar de que hay cosas que aún desconocemos y que hay que seguir mejorando e investigando” admite.

Desde el 2013 hasta diciembre del 2020 la Unidad ha atendido 141 casos de transexualidad. Los menores que son derivados a la UIG por su pediatra de AP son menores con una disforia persistente e intensa (y urge si además hay ansiedad, depresión, bulling, etc.), niños peri-puberales con incongruencia/transexualidad o padres que lo solicitan por incomprensión, rechazo y/o malestar. Rica explicó que endocrinología pediátrica es la puerta de entrada a la asistencia sanitaria del menor trans y fue desengranando todas las funciones de ésta. Rica hizo hincapié en todo momento en la idea de que “cada menor, cada caso que llega es distinto y hay que tratarlo como tal”.

Rica profundizó después en las terapias actuales para menores transexuales que lo solicitan, explicando tanto las pruebas complementarias que se realizan al inicio, como las terapias que se siguen (siempre personalizadas) y los posibles efectos adversos de los tratamientos que a día de hoy se están estudiando. Rica quiso subrayar que “confía que llegue el día en que las terapias no sean tan necesarias y que cada uno se sienta bien tal y como es en una sociedad abierta a la diversidad”.

La tercera y última intervención la realizó Beatriz Sever, sexóloga, portavoz de Naizen (Asociación de Familiares de Menores Transexuales de Navarra y Euskadi) y madre de un niño con vulva. Sever comenzó su charla diciendo que prácticamente todos los días de su vida escucha un relato sobre transexualidad “89 en lo que va de año, lo que nos da una pista de los datos de prevalencia”.

Sever explicó las pistas que suelen dar los menores en situación de transexualidad, aunque recalcó “que no siempre tiene por qué haber indicios”. En palabras de la portavoz de Naizen, “a partir de los 2 años un menor puede comenzar a expresar lo que es: a esa edad tiene consciencia del yo, ha comenzado a identificarse y lo expresa con total inocencia y sin percibir problema alguno, que eso que dice no es lo que se espera que diga. En esta etapa la escucha activa es más sencilla y puede darnos las primeras pistas”. A los 6 años, sin embargo, los menores ya perciben el conflicto: han integrado las normas sociales, son conscientes de que “lo que yo soy no es lo que se espera y eso no está bien” y muchos optan por dejar de expresar. Es aquí cuando pueden comenzar a aflorar muchos malestares, como mal humor y agresividad, tristeza, falta de autoestima, hiperactividad TDAH (que tiende a desaparecer una vez comienzan el tránsito), la hipermadurez, TGD, somatización, TEA… 

En ocasiones estos menores no vuelven a pronunciarse hasta la pubertad, que es cuando explota la incongruencia, ligada sobre todo al desarrollo corporal. Sever es contundente: “desde Naizen solemos decir: lo expresarán cuando puedan”.

Sever también indica que otras veces, en vez de expresar, los menores trans se hacen ver a través de los estereotipos. Y plantea esta pregunta: ¿si fueras una niña y nadie se diera cuenta, qué harías?  

Sever confirma que el año 2013 fue clave para las familias de menores en situación de transexualidad. Padres y madres de menores en esta situación comenzaron a reunirse y nació la asociación Chrysallis; además, tal y como explicó la doctora Rica, se atentió el primer caso en la UIG de Euskadi y por último también ese año se mencionó la transexualidad en la infancia en un medio de comunicación por primera vez. Todo esto hace que muchas familias que están viviendo esa situación en sus hogares puedan identificar lo que sucede y comience a haber referencias para conocer e identificar esta realidad.

Según Sever, “el papel de las y los médicos de Atención Primaria es muy importante para las familias y los menores en situación de transexualidad”. Aunque recalca, al igual que el doctor Callejas que “la identidad no se puede diagnosticar”, afirma que el papel del profesional en el acompañamiento del proceso en sí tanto al menor como a los progenitores,  la derivación a la UIG cuando sea el momento, el seguimiento de las terapias o tratamientos que se sigan… resulta imprescindible, aunque matiza que “este acompañamiento del menor trans tanto por parte de sus progenitores como de los profesionales que le acompañan debe hacerse siempre un paso por detrás, respetando su ritmo. Cada menor es único y debemos tener en cuenta que no nos interesa tanto si es niño o niña, sino qué necesita para estar bien y ser feliz”. Actitudes como “hablarles con el género gramatical que sienten, llamarles con el nombre sentido, derivarles a la Asociación, etc” son de gran ayuda.

Finalmente, Sever recordó que “la transexualidad no es una elección: los menores son lo que son y no pueden cambiarlo, como nos pasa al resto” y explicó que “problematizamos cuando pensamos que las personas no saben quiénes son o lo que necesitan; cuando mezclamos transexualidad e identidad de género no normativa; cuando creemos que sólo hay una forma de ser niño o de ser niña; cuando creemos también que hay una sola forma de ser niño o niña transexual y cuando nos guiamos por las detransiciones”.

Enlaces de interés:

Guía de atención integral a las personas en situación de transexualidad

ENDO 2017

Naizen

Resumen de la charla con expertos titulada Abordaje de la transexualidad infantil organizada por la Fundación COMGI

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