Medikuen Ahotsa

Prostitución: Marginación social y graves riesgos sanitarios

MUJER

Droga-trafikoaren eta arma-trafikoaren ondoren, gizaki-salerosketa munduaren hirugarren negozio klandestino irabazi handienarekin bihurtu da. Urtero, 40.000 eta 50.000 gazte inguru sartzen dira Espainian helburu horrekin erabiltzeko; Europan, zifra 500.000tara igotzen da eta mundu guztian, ia hiru milioi pertsona menderatzen dira salerosketara eta trafikora (erdia adingabeak izanik).

Tras el tráfico de drogas y de armas, la trata de seres humanos se ha convertido en el tercer negocio clandestino más lucrativo del mundo. Cada año, entran en España entre 40.000 y 50.000 jóvenes para ser utilizadas con ese fin; en Europa, la cifra asciende a 500.000 y en todo el mundo, casi tres millones de personas son sometidas a trata y tráfico (cerca de la mitad son menores de edad).

Por Maite R. Antigüedad Zarranz

En cifras económicas, estamos ante un negocio que mueve entre 7 y 12 billones de dólares anuales, según informe de la ONU. En España, según datos de la defensora del pueblo, este negocio mueve cinco millones de euros cada día: las cifras son enormes, pero las consecuencias son también devastadoras a nivel sanitario.

Efectos en la salud

Para empezar los datos de la OMS señalan que, aproximadamente, el 70% (es decir, 2 de cada 3 mujeres que se dedican a la prostitución) sufren las mismas heridas emocionales que los veteranos de guerras o que las víctimas de tortura y de tratos crueles inhumanos o degradantes. Estas mujeres padecen lo que se denomina síndrome de estrés postraumático, con síntomas de flashbacks o recuerdos repetitivos y dolorosos sobre aspectos traumáticos de sus experiencias en la prostitución.

Por otra parte, las depresiones que, como es sabido, afectan mundialmente casi tres veces más a las mujeres que a los hombres, las padecen un 7% de la población femenina y se ceban especialmente en el colectivo de las mujeres prostituidas, donde su índice de incidencia se multiplica por 10, llegando a alcanzar a un 70% de estas mujeres.

Por si fuera poco, la convivencia con las enfermedades venéreas infecciosas y el cáncer derivado por contagio del papiloma humano, acarrean en estas mujeres muertes precoces tras vidas marcadas por el sufrimiento.

Suicidios y muertes violentas

En el mundo de la prostitución es donde se plasma con mayor crudeza la feminización de la miseria y del maltrato. En este colectivo el índice de suicidios y de muertes violentas es 40 veces mayor que en el resto de la población femenina.

No es por ello sorprendente que representantes de la ONG Médicos del Mundo hayan definido recientemente a la prostitución, no como el oficio más viejo del mundo, sino como una forma de violencia y desigualdad de género, donde se manifiesta claramente la explotación de las personas más débiles por las más poderosas.

A pesar de ello hay quienes creen que se trata de una profesión elegida por algunas mujeres por el alto nivel de vida que a veces proporciona. Sin embargo, cuando les preguntamos a estas mujeres directamente, nos encontramos que el 95% de ellas se lamentan de estar obligadas a ejercer esta actividad por necesidad, al no tener otra vía para ganarse la vida, y son muy contundentes al afirmar que ni les gusta, ni querrían que sus hijas tuvieran que dedicarse a ella. Y es que sólo una minoría, un escaso 1% de las mujeres prostituidas, pertenece a lo que se denomina la prostitución de lujo, con un alto nivel de vida durante los años de ejercicio.

La OMS (y diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos) señala que más del 90% de quienes ejercen esta actividad provienen del tráfico sexual migratorio llevado a cabo por las mafias.

Radiografía de Gipuzkoa

GUGAITUN, la Federación Vasca de entidades que trabajan con el colectivo de personas que ejercen la prostitución, ha contabilizado alrededor de 1.200 personas ejerciendo la prostitución en Guipúzcoa. Por supuesto, hay muchas más, pero la mayoría carece de la libertad suficiente para salir a la luz. Un 92% de estas personas son mujeres, un 5% transexuales y un 3% hombres.

El perfil de una prostituta en nuestro país es el de una mujer, joven, inmigrante sin papeles y con cargas familiares en su país de origen que desconoce el idioma y vive con miedo. Una vez que han sido captadas e incorporadas a este “oficio”, la estigmatización social se encarga de dificultarles el contacto social que podría ayudarlas. Todo ello, unido a las dificultades para encontrar trabajo o para acceder a una vivienda, las convierte en el blanco perfecto para la exclusión social.

Por si fuera poco, en Guipúzcoa, un 27% de las personas que ejercen la prostitución no cuentan con tarjeta sanitaria, lo que implica diagnósticos tardíos de enfermedades y con ello graves consecuencias para su salud.

Negar la gravedad del problema es negar la evidencia. Por eso muchos países lo han abordado ya, aunque de diferentes maneras. En nuestro país, algunos sectores abogan por regular legalmente la prostitución y hacen cuentas millonarias de los impuestos que se recaudarían por esta actividad, rechazando toda prohibición como solución, por considerar este método propio de régimenes dictatoriales.

Sin embargo, en los países donde se ha regulado y autorizado legalmente, la prostitución ilegal y el tráfico de mujeres y niñas se ha multiplicado por tres sin avanzarse en la lucha contra las mafias que, por el contrario, han salido favorecidas. En esos países, como Holanda, ha aumentado la demanda de la prostitución, ya que la medida incentiva a los hombres a la compra sexual, en un entorno más permisible y de mayor aceptación social. Los grandes beneficiados han sido los empresarios, los proxenetas y los clientes. Estos últimos alquilan mercancía humana sometida a controles sanitarios que les aportan máxima seguridad, y donde ellos se convierten en intocables. Por el contrario, a las mujeres no se les protege de las enfermedades que un cliente infectado pueda transmitirles.

Otra forma opuesta de abordar la prostitución es la adoptada por Suecia, país en el que se penaliza a los clientes y se apoya a las prostitutas, que son consideradas como víctimas. Acorde con la OMS y con las principales organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, se entiende que la prostitución es un fenómeno de esclavitud sexual y una de las peores formas de violencia de género, que vulnera los derechos humanos de miles de mujeres y de menores.

En Médicos del Mundo se aboga por el abolicionismo y se exige una legislación que implique la inserción laboral y social de las personas en situación de prostitución, acompañada de medidas tales como educación, sensibilización y trabajo en los países de origen.

Reconocer oficialmente la prostitución sería, sin duda, muy “competitivo” para la economía, el Estado recaudaría más impuestos y además se activaría, todavía más, el sector turístico. La esclavitud, abolida definitivamente en nuestro país en 1857, también contribuyó al florecimiento económico de muchos países lo cual no es un motivo para querer reinstaurarla.

Maite R. Antigüedad Zarranz

Temas:
mujer


Artículos relacionados