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El sesgo de género en la medicina: retos a futuro

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"El infarto en las mujeres no presenta los síntomas típicos. Por eso es más difícil de detectar”.

La doctora Carme Valls-Llobet (Barcelona, 1945), médica española, especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género y autora de varios libros (entre los que destaca  ‘Mujeres, salud y poder’), se indigna ante dichas afirmaciones y pregunta: “¿Típicos para quién? ¿Para los hombres? En las mujeres, los infartos presentan los síntomas típicos de los infartos de mujeres“. Este es sólo un ejemplo de cómo la medicina tradicional ha abordado la salud de las mujeres, explica Valls-Llobet.

Tal y como explica en este documento, el sesgo de género en Medicina se está manifestando de tres formas distintas:

1) En primer lugar, partiendo de la suposición de que los problemas y riesgos para la salud de mujeres y hombres son iguales, cuando no lo son.

2) En segundo lugar, partiendo de la base de que existen diferencias biológicas y psicológicas donde, finalmente, sólo hay similitudes

3) En tercer lugar, partiendo de la suposición de que los problemas de salud son provocados sólo por la discriminación cultural y social, sin otras interferencias basadas en las diferencias biológicas.  

Sigue existiendo, por tanto, un sesgo inconsciente de que los problemas de hombres y mujeres son similares y que es posible extrapolarlos. 

Y es que muchos ensayos clínicos, explica esta autora, se han realizado sólo entre hombres suponiendo que los resultados se podían aplicar automáticamente a las mujeres: estudio de fármacos antilipidémicos, efectos secundarios del tabaco, mortalidad y morbilidad después de un infarto de miocardio, estudio de los factores de riesgo para la cardiopatía isquémica... Décadas de investigación en prevención, métodos de diagnóstico y programas de intervención han incluido sólo hombres como sujetos de la investigación. A lo largo de la historia no se ha investigado sobre las diferencias.

En consecuencia, las manifestaciones diferenciales de enfermedad no son visibles. Una mayor proporción de mujeres que de hombres presentan diagnósticos de “síntomas y signos no específicos” tanto en las historias clínicas como en los certificados de defunción (Hibbard 1986)28, (Ronda 1995)29, (Mingot 1992)30. Las descripciones de síntomas clásicos de arteria coronaria y aquellos que se enseñan en las facultades de medicina en los últimos años solo describen los síntomas de los hombres. Es raro que los médicos puedan identificar las enfermedades de coronarias de mujeres que presentan dolor irradiado en la cara o que empiezan a tener problemas de dolor abdominal. 

El proceso de asistencia también está sesgado. Se ha probado que existen prácticas diferentes en los protocolos y tratamientos para enfermedades cardiovasculares que, siendo comunes en los dos sexos, son percibidas como más prevalentes entre hombres. Basándose en iguales problemas de coronarias, a las mujeres se las envía a casa y los hombres reciben un by-pass coronario, un hecho que condujo a Bernardine Healy en 1991 a definir el “síndrome de Yentl”31, ironizando sobre las necesidades de las mujeres de adoptar una configuración externa masculina para poder ser atendidas con igual eficacia que los hombres. “El problema es convencer a ambos, a la sociedad y a los sectores médicos, de que las enfermedades de arterias coronarias son también enfermedades de mujeres, no simplemente enfermedades masculinas disfrazadas” (B. Healy 1991)31. 

Finalmente, otra consecuencia de esta visión sesgada la encontramos en los servicios asistenciales, cuando se establecen unidades que atienden “problemas de las mujeres” o “unidades de atención a la mujer” segregadas de las unidades de atención primaria, olvidando la similitud de problemas de salud entre mujeres y hombres y obstaculizando la real introducción de una mirada de género no sesgada en la atención primaria, en medicina interna y en las demás especialidades médicas, principalmente la cardiología. 

Retos a futuro

Siguiendo las recomendaciones de Ruiz y Verbrugge varios retos se nos plantean con relación al sesgo de género:

1. La democratización en la producción de conocimiento se debe mejorar. La investigación en salud debe incluir tanto a hombres como a mujeres.

2. Los diseños de investigación deben tener en cuenta tanto las diferencias en la naturaleza entre hombres y mujeres como los roles de las mujeres y de los hombres.

3. Se debe realizar una consideración cuidadosa de los sesgos de género a la hora de clasificar las enfermedades. La investigación orientada a los síntomas y a las quejas de las pacientes ayudaría a revelar qué problemas son similares y cuáles son diferentes y conduciría a mejores diagnósticos.

4. El género debe ser siempre una variable sustantiva más que una variable de control en investigación de salud.

5. Se necesitan diseños innovadores para descubrir las características precisas de la forma de manifestarse los pacientes o para desvelar las actitudes de los médicos que conducen a desigualdades en el acceso y en la administración de tratamientos entre hombres y mujeres. Nuevos paradigmas, métodos e instrumentos de medida se necesitan urgentemente para expandir las fronteras en mujer y salud.

Enlaces de interés:

Carme Valls-Llobet: DESIGUALDADES DE GÉNERO EN SALUD PÚBLICA 

 

 

Muchos ensayos clínicos se han realizado sólo entre hombres suponiendo que los resultados se podían aplicar automáticamente a las mujeres

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mujer


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