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¿Resulta ético justificar el consumo moderado y diario de cerveza para mejorar la salud?

Artículos de colegiados

Recientemente, con fecha 1 de julio de 2016, el Diario Vasco ha publicado una entrevista realizada a la Dra. Rosa María Ortega, catedrática de la facultad de farmacia de la Universidad Complutense de Madrid. En dicha entrevista, se mencionan las conclusiones de un estudio publicado por la doctora y sus colaboradores, concernientes a la relación entre el consumo moderado y diario de cerveza y la salud. 

Por Fernando Fombellida Cortazar. Coautor del libro Cocinar para vivir. Cómo cocinar para prevenir el cáncer. Número de colegiado 202003919. 

La autora afirma que el consumo moderado y diario de cerveza reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, previene la obesidad, la diabetes tipo II y la osteoporosis, mejora el metabolismo lipídico, es diurética, puede ser buena en pacientes depresivos y favorece la hidratación del deportista. Menciona, además, que la cerveza presenta propiedades anticancerígenas. En palabras textuales de la catedrática, “no es descabellado afirmar que hay enfermedades que podrían mejorar con un consumo moderado de cerveza”. Mi intención con estas líneas no es otra que realizar una serie de consideraciones relativas a lo publicado ya que de no contrastarlas con otros datos, el lector podría incluso llegar a plantearse el consumo regular de dicha bebida. 

Una primera consideración hace referencia al concepto de “consumo moderado”. Es un término fácilmente comprensible y ampliamente utilizado. Sin embargo, plantea la paradoja de que no existe una medida estándar de lo que realmente significa moderado. Siendo esto así para los científicos, qué decir para la población en general. De hecho, para muchas personas un par de cañas al día supone un consumo anecdótico. No obstante, la autora aconseja no excederse de tres cervezas al día en el caso de los varones y de dos, en el caso de las mujeres. También recomienda que en el caso de no ser bebedor de cerveza, se continúe sin beber. Lo cual no deja de ser contradictorio o cuando menos confuso, ya que si para la autora el consumo moderado y diario de esta bebida presenta tantas y tan variadas ventajas, ¿por qué no aconsejarlo incluso para los abstemios?

Si revisamos los estudios publicados sobre este tema, los hay para todos los gustos. Lo que significa que con los estudios científicos que se han publicado hasta la actualidad, podríamos justificar y reafirmar prácticamente la hipótesis que quisiéramos. Por ejemplo, podemos afirmar que el resveratrol presente en el vino tinto presenta diversas propiedades anticancerígenas. Siendo esto cierto, no por ello podemos concluir que el vino tinto sea una bebida anticancerígena, ya que la cantidad de resveratrol que se suministra a un roedor para neutralizar su tumor, equivaldría a que una persona bebiera en torno a 40 botellas de vino tinto al día. Con este ejemplo quiero mostrar que un estudio puede ser metodológicamente impecable pero sus conclusiones no tienen por qué tener una validez desde el punto de vista práctico, bien porque el número de participantes en el estudio ha sido pequeño, porque el periodo de seguimiento ha sido reducido o porque el estudio se ha realizado solo en animales y no en humanos, por citar unos simples ejemplos.

Por todo ello, a la hora de realizar políticas de prevención social, las decisiones y los consejos para la población tienen que estar basados en lo que dictan la mayoría de las investigaciones y no en estudios aislados, como es el caso al que hace referencia esta entrevista. Pero es más, puedo afirmar que pocas veces la evidencia científica disponible es tan clara, contundente y robusta como es en el caso del alcohol. Teniendo en cuenta los datos relativos a la evidencia, se puede afirmar que existe una clara relación dosis-respuesta. Es decir, a mayor dosis diaria de alcohol se incrementa el riesgo de desarrollar tumores de boca, faringe, laringe, colon y recto (en varones) y mama tanto en mujeres premenopáusicas como postmenopáusicas, independientemente del tipo de bebida alcohólica consumida. Estimo muy importante destacar que tanto el World Cancer Research como el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer, afirman que en materia de alcohol y cáncer no existe una dosis mínima de seguridad, por lo tanto, nunca se plantea una dosis mínima aconsejada. Siendo estrictos, tan solo para el cáncer colorrectal en el varón, el conjunto de la evidencia cita una cantidad de 30g/día de etanol. Pero además, los diferentes estudios epidemiológicos publicados a gran escala, sugieren que los tumores de boca, faringe y laringe se asocian más al consumo de cerveza y licores que al consumo de vino.

Otra cuestión que aborda la Dra. Ortega es que el bebedor moderado y habitual de cerveza presenta unos hábitos de vida más saludables que el bebedor de vino. Sin embargo, al contrario de lo que constata la doctora, un amplio número de estudios confirman que el bebedor de vino en exclusiva (no de cerveza) practica un estilo de vida más saludable que el bebedor de cerveza. Para terminar, la Dra. Ortega hace referencia a los estudios que constatan que en la población abstemia, la mortalidad es más alta que entre los que beben con moderación y afirma que lo ideal sería un consumo moderado. Pues bien, lo último que se ha publicado, hace tan solo unos meses, rompe con este mito tan extendido. Investigadores de la Universidad Victoria de Canadá, tras analizar 87 de los últimos estudios publicados en los que se valoraba el posible beneficio sobre la salud asociado al consumo moderado de alcohol, comprobaron que la mayoría de los estudios presentaban defectos metodológicos. El principal, que muchos de los individuos considerados abstemios en el momento del estudio, habían sido bebedores importantes en el pasado y habían dejado la bebida por motivos de salud. De los 87 estudios, los 13 que no  presentaban esta deficiencia metodológica, no mostraron la existencia de ningún beneficio para la salud relacionado con el consumo moderado de alcohol.

Querido lector, si has llegado hasta esta línea, permíteme, basándome en la evidencia científica más actualizada, ofrecerte un par de consejos. Si eres abstemio, no dudes en continuar con esta conducta. Si bien la cerveza o el vino contienen sustancias que pueden ser beneficiosas para la salud, no justifican su consumo moderado a diario, ya que los antioxidantes, vitaminas, minerales, oligoelementos y fibra que contienen, los podemos aportar a nuestro organismo por medio de otros alimentos, sin necesidad de consumir alcohol.  Si eres bebedor de cerveza con alcohol o cualquier otra bebida alcohólica, recuerda no consumirlas de manera habitual y cuando lo hagas, que sea en pequeña cantidad. Si te apasiona la cerveza, prueba a beber cerveza sin alcohol. La clave para prevenir ciertas enfermedades no está en el consumo moderado y diario de cerveza, sino en la práctica de un patrón alimenticio bien equilibrado donde no estén presentes las bebidas alcohólicas de forma habitual. Lo que de verdad importa no son ciertas moléculas aisladas (licopeno, resveratrol…) o ciertos alimentos “milagrosos” (brócoli, té verde…), sino tu patrón dietético global del día a día, mes a mes y año tras año. Nos gustaría que la ciencia nos diera “permiso” para ir alegres y desinhibidos por la vida, pero muy a nuestro pesar la comunidad científica considera el etanol un carcinógeno para el ser humano. La evidencia científica no es un dogma, no es infalible, pero no cabe duda de que es la mejor arma que tenemos para realizar políticas de prevención social. 

Fernando Fombellida Cortazar. Doctor en medicina y cirugía. Estomatólogo.

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